Dichas marcas, olvidadas apenas se comienza la nueva obra que ocupará su terreno, desaparecen, y con eso, toda posible concatenación con el pasado… una desaparición, sin huellas.
Cómo hacer para que esa realidad y su lectura no se conviertan en una simple apología de la conservación, preservación, reciclaje o cualquiera de esos funestos sustantivos para la arquitectura.
Hay
formas.
Cuando
Pierre Chareau tuvo que enfrentarse en Paris a una vecina que no quería
abandonar la planta alta de la propiedad que pensaba demoler completamente para
el proyecto que le habían comendado, asumió el desafío de construir… sin tocar
si quiera su propiedad. Así nació la “maison du verre” una de los más
interesantes proyectos de los ’20-’30. Con la, no menor, condición de no
molestar a su vecina de planta alta. La cirugía debió ser absolutamente certera.De modo similar, a principios de los ’90, Pablo Beitía realizaba el Museo de Xul Solar en Palermo, excavando en las entrañas de la vieja casa del artista, dejando su habitaciones superiores incluidas en la operación.
El
proyecto de este semestre trata de una situación hipotética similar a las
descriptas: en la esquina de Montevideo y Belgrano, existe una casa “de altos”
con un pretendido pasado art decó, escondida entre edificios de propiedad
horizontal y montada sobre un vulgar supermercado. Debemos suponer para este
ejercicio que los propietarios de las tres unidades que se encuentran en el
primer piso, no pueden ser molestados por una nueva construcción en el mismo
terreno que haga posible un uso más acorde a la realidad inmobiliaria del entorno.
El
ejercicio implica, pues, la construcción de cinco plantas sobre el primer piso
y la renovación de la planta baja para un nuevo supermercado SIN AFECTAR la
vida y construcción del primer piso.